Oro negro contamina la Amazonía
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No solo la minería artesanal y la deforestación están destruyendo la selva peruana
Foto: Magali Zevallos. diario16
La
mayor productora de gas y petróleo en nuestro país es la empresa
Argentina Pluspetrol, que se encuentra asentada desde hace trece años en
territorio de cuatro pueblos indígenas: Achuar, Quechua, Cocama y
Urarinas (lote 1AB y 8), en la región Loreto. La ubicación de los lotes
sobre el territorio de estos cuatro pueblos no se ha visto reflejado con
ningún beneficio para las poblaciones indígenas, la explotación
petrolera ha significado para ellos la destrucción de sus bosques, la
contaminación de sus suelos y ríos; la desaparición de sus quebradas y
lagunas (cochas), y por ende la depredación de sus únicas fuentes de
alimentación. Es decir, la seguridad alimentaria y la salud de estas
poblaciones se encuentran amenazadas.
Para
palpar esta realidad fuimos hasta Andoas. El viaje es un desafío,
comprende aire, carretera y surcar durante 19 horas los ríos Huallaga,
Marañón y Pastaza. El vuelo de Lima hacia Tarapoto dura una hora; para
hacer la conexión a Yurimaguas se requiere de un auto, 125 Km. de
carretera, aproximadamente 3 horas de viaje.
Al llegar a la comunidad achuar Nueva Andoas, población
que convive desde hace cuatro décadas con la explotación de petróleo,
-primero con la administración de Occidental Petroleum y posteriormente a
cargo de Pluspetrol- donde se encuentra el Lote 1AB, que produce más de
15,000 barriles de petróleo por día, no cuenta con un puerto fluvial,
hay un aeropuerto de la empresa de uso exclusivo de la petrolera. Los
servicios básicos como agua, desagüe no existen, salvo algunas piletas
de agua que han sido colocadas por la empresa. La cobertura de salud y
educación es otro drama.
Pese
a los millonarios ingresos generados por la explotación de este
recurso, las comunidades de influencia directa e indirecta están
abandonadas. En estas zonas tampoco llegan los programas sociales, la
bandera de la inclusión social le sigue dando la espalda a estas
poblaciones, que durante décadas vienen sufriendo los embates del
impacto acumulativo de la extracción petrolera.
Derrame de hidrocarburo
Del
2007 al 2011, los programas de vigilancia territorial indígena han
reportado 112 derrames de hidrocarburos, así lo afirma el informe "Impactos
Petroleros en Territorios Indígenas: Experiencias del Programa de
Vigilancia Territorial del río Corrientes y los registros de derrames de
los Programas de Vigilancia Territorial Indígena”, elaborado por las federaciones indígenas, como: FECONACO, FEDIQUEP y FECONAT.
De
los 82 Derrames acontecidos en el lote 1AB, 71 han sido reportados en
la Cuenca del Río Corrientes, 10 en la Cuenca del Pastaza y 1 en la
Cuenca del Río Tigre.
Más
de la mitad de los derrames identificados han tenido su origen en
fallas del ducto de transporte de hidrocarburos, además de los desbordes
de los tanques sumideros y de pozas. Las tuberías que trasladan el
petróleo están deterioradas porque fueron instaladas en los años 70.
Emergencia Ambiental
De
las cuatro cuencas afectadas por el impacto de las actividades de
hidrocarburos: Pastaza, Corrientes, Marañón y Tigre, las dos primeras
han sido declaradas en emergencia ambiental.
El
presidente de la Federación Indígena Quechua del Pastaza (Fediquep),
Aurelio Chino Dahua, denunció la inacción del Estado peruano ante la
declaratoria de emergencia ambiental en Pastaza, vigente desde hace seis
meses (marzo), por lo que demandó la presencia del presidente Ollanta
Humala y el jefe de gabinete Juan Jiménez, para que se tomen medidas
concretas para dar solución a esta problemática.
"En
la cocha Ushpayacu hubo muchos derrames, lo que ha hecho Pluspetrol es
llenar con tierra, ahora en esa laguna ya no hay peces. Se puede
destruir una laguna con total impunidad”, se pregunta el apu.
Estas
afirmaciones las pudimos constatar haciendo un recorrido de los puntos
críticos de contaminación, la quebrada Ushpayacu hoy es un depósito de
crudo, el olor es fuerte y se puede observar cómo salen burbujas de
color negro. La segunda parada es en la laguna Shanshococha que hace
cuatro décadas era la fuente de alimentación de las comunidades, acá se
puede ver como flota el petróleo en algunos ojos de agua.
Los
bosques y los suelos también han sido impactados. Se han deforestado
bosques para uso de botaderos, que son pozas excavadas que no cuentan
con procedimientos mínimos para el manejo de residuos sólidos, como el
recubrimiento de geomembrana.
Guardianes ambientales
Frente
a la ausencia de organismos supervisores y de fiscalización, como el
Organismo Supervisor de la Inversión en Energía y Minería y el Organismo
de Evaluación y Fiscalización Ambiental, el trabajo que vienen
realizando desde el 2007 los monitores ambientales, que se encuentran
agrupados en las Federaciones indígenas, ha sido de vital importancia
para visibilizar el desastre ambiental en esta zona.
El
informe elaborado por el Grupo de Trabajo sobre la Situación Indígena
de las Cuencas de los ríos Tigre, Pastaza, Corrientes y Marañón, de la
Comisión de Pueblos Andinos, Amazónicos y Afroperuanos, Ambiente y
Ecología del Congreso de la República, afirma que a la fecha el Estado
Peruano no cuenta con un registro que permita identificar los pasivos
ambientales derivados de las actividades de hidrocarburos.
"En
la selva peruana hay problemas por el abandono de infraestructura
petrolera, suelos contaminados por efluentes, derrames, fugas,
emisiones, depósitos de residuos petroleros en quebradas, ríos, cochas,
otros, que aún no se encuentran considerados en instrumentos de gestión
ambiental”, sostiene el documento.
Inicio de diálogo
Con
la declaratoria de emergencia ambiental en Pastaza se ha iniciado el
diálogo entre las comunidades indígenas, Pluspetrol y el Estado.
En
la última Asamblea promovida por la Fediquep, Alfredo Zúñiga, gerente
de Relaciones Comunitarias de la Pluspetrol reconoció que existe una
grave contaminación en la zona.
Está
en manos del Estado y las autoridades determinar las responsabilidades
de la contaminación y los pasivos ambientales. Y que los espacios de
diálogo permitan revertir la ruptura que hay entre el Estado y las
poblaciones indígenas, quienes en nombre del desarrollo viven
contaminados desde hace 40 años.
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